Ya queda poco más de una semana para el día de Navidad y la mayoría de casas ya están engalanadas para esta ocasión tan especial.
Una tradición muy extendida en estas fechas de Navidad es
decorar el árbol, la chimenea (quien la tenga) y otras partes de la casa con
calcetines navideños, como el que me ha salido hoy en mi calendario de Adviento pinero.
El objetivo de esta costumbre está claro, que Papá Noel deje
en su interior todos los regalos de la familia para el día de Navidad. Pero…
¿De dónde viene esta tradición?
¿Por qué se colocan en la chimenea?
La leyenda del calcetín de Santa Claus
La costumbre de colgar un calcetín para
colocar los regalos del día de Navidad se encuentra muy extendida en el mundo
anglosajón, y poco a poco va llegando a los países latinos. Se dice a los
pequeños que los regalos que aparecen en ellos son los que provienen
directamente de Santa Claus (o Papá Noel, dependiendo de la zona), mientras que
los que se envuelven provienen del resto de la familia. Y así es como nace el
calcetín de Santa Claus.
El origen de esta entrañable
tradición proviene de una leyenda de la Edad Media. En ella se relata que un
hombre, tras la muerte de su esposa, quedó tan enajenado que decidió regalar
todo su dinero, hasta la última moneda. Tanto él como sus tres hijas quedaron
sumidos en la pobreza. Malvivieron como podían, hasta que a las jóvenes les
llegó el momento de casarse y encontraron tres pretendientes; sin embargo, el
padre no tenía nada que ofrecer como dote, tal como era la costumbre en aquel
tiempo, y por tanto la boda no podía celebrarse.
Esta situación llegó a oídos de
Santa Claus, quien comprobó la aflicción que yacía en el corazón de las
muchachas, que estaban sinceramente enamoradas. Así pues, durante el día de
Navidad acudió a su chimenea y arrojó por ella tres monedas de oro. La suerte
quiso que éstas rodaran hasta caer en los tres calcetines que colgaban al
final; las jóvenes los habían colocado allí tras lavarlos, para que se secaran
durante la noche. A la mañana siguiente despertaron y se encontraron con el
inesperado regalo. Las monedas fueron suficientes para la dote, y por fin
pudieron ser desposadas gracias al calcetín de Santa Claus.
Hoy en día no es habitual que las casas tengan chimenea, por lo que los calcetines se cuelgan en cualquier otro sitio, generalmente cerca del árbol de Navidad o del lugar donde se entreguen los regalos. Aunque es normal encontrar muchos modelos de calcetines en las tiendas, todavía hay familias que acostumbran a tejer uno diferente para cada miembro, como se hacía décadas atrás con el calcetín de Santa Claus.
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